martes, 24 de agosto de 2010

ME SACA DE MIS CASILLAS


Realmente todos vivimos en un ambiente emocional que nos rodea lo mismo que la atmósfera.  Cualquier contaminación de ese ambiente nos afecta de manera semejante a la del aire que respiramos. Cuando alguien exclama: ¡Fulano acabara por enloquecerme! No está en realidad diciendo que se considera candidato al manicomio; indica apenas que esa persona, cuya influencia ha de ser grande en su  ambiente emocional, le hace sentirse tenso, ansioso, agobiado; en suma con los nervios de punta.
Los psicólogos y psiquiatras no se limitan hoy en día a deshacer complejos emocionales. Indagan antes quien ocasiono esos complejos. “Conocer la familia del enfermo nos indica frecuentemente la causa de la enfermedad”.
Saber porque hay individuos que nos sacan de nuestras casillas, y otros en quienes producimos nosotros igual efecto, nos evitaría muchos padecimientos a nosotros y a los demás.
Nada envenena tanto el ambiente como la propensión de ciertas personas a herir la susceptibilidad ajena. Para un hombre suele ser mortificante que le hagan objeto de comparaciones en que él sale mal librado. La esposa que compara al marido con su padre, o con su hermano, o con el pretendiente con quien ella estuvo a punto de casarse, pisa terreno peligroso. Circunstancias que lastiman el amor propio del marido, que en más de una ocasión las interpreta como ofensivas para su hombría.
 Algunas mujeres emplean más sutileza para hacerle sentir al marido que es un fracasado. Hay las que lo alaban en público, y luego cuando él menos lo espera, le dan el alfilerazo. En cambio la principal debilidad de muchas mujeres  es presumir de elegantes. Júzguese cuánto ha de afectar emocionalmente a una mujer que se siente hecha una reina el día que estrena su vestido oírle decir al marido “Miren quien quiere hacerse de Kate Moss”.
En los diferentes consultorios psicológicos vemos a veces los resultados de todo ello: mujeres en quienes el maltrato emocional acabó con la naturalidad, la confianza en sí mismas, y crea un complejo de inferioridad.
Porque una palabra, un acto, por insignificantes que sean, tendrán consecuencias desastrosas, si hieren el punto sensible de otra persona. Tres son los requisitos fundamentales de la vida emocional de todo ser humano: sentir que es agradable a otros, sentir que significa algo para otros; y sentirse seguro. Uno necesita saber que cuenta con el cariño de alguien. Necesita creer que vale y representa algo en el mundo. Necesita contar con alguna seguridad para el hoy y el mañana.
Tanto el hombre como la mujer han de darse cuenta de la necesidad de emoción latente en ambos, y deben hacerse el propósito de satisfacerla, pues la emoción tiene su propio idioma.

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