lunes, 17 de diciembre de 2012

LOS REYES MAGOS


Un dia al llegar su padre a casa, luego de una jornada de  trabajo, su pequeño hijo de nombre Ariel se le acerco y le dijo en voz baja, como con miedo:

- ¿Papi?
- Sí, hijo, cuéntame.
- Oye, quiero... que me digas la verdad.
- Claro, hijo. Siempre te la digo -respondió el padre sorprendido-.
- Es que... -titubeó Ariel.
- Dime, hijo, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?. 

El padre de Ariel se quedó mudo, miró a su esposa, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Mis hermanos dicen que son los papás. ¿Es verdad?.
La nueva pregunta de Ariel le obligó a volver la mirada hacia el niño y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hijo?.
- Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como mis ñaños dicen eso.
- Mira, hijo, efectivamente son los padres los que ponen los regalos, pero...
- ¿Entonces es verdad? - el niño con los ojos llorosos -le dijo a su padre - ¡Me has engañado!.
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la carita de Ariel.
- Entonces no lo entiendo papi.
- Siéntate, hijo mio, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre.
Ariel se sentó entre sus padres ansioso de escuchar cualquier cosa que le saque su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
- Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad, sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme:
- ¿Qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?.
- ¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas-.
Necesitaríamos millones y millones de ayudantes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos ayudantes, no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos ayudantes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración-.
- Decidme, ¿no es verdad que los ayudantes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios-.
- Sí, claro, eso es fundamental -asistieron los tres Reyes-.
- Y, ¿verdad que esos ayudantes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?.
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un ayudante -respondieron cada vez más entusiasmados los tres-.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?.
 
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos todos los niños del mundo reciban regalos, YO, ordeno que en Navidad, todos los padres se conviertan en vuestros ayudantes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
 
Cuando el padre de Ariel termino de contar esta historia, el niño se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo papi.. Y estoy muy contento de saber que me amas y que no me has engañado.
Y todos en familia se abrazaron mientras, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

Espero les haya gustado esta historia.

FIN

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